Planta del tabaco
La planta el tabaco (Nicotina tabacum) nace de semillas pequeñas y redondas que son delicadas y requieren de un ambiente adecuado para germinar. Las semillas cubanas se venden en todo el mundo, porque su calidad es reconocida internacionalmente como la mejor, lo que las convierte en un importante producto de exportación.
Estas semillas provienen de cultivos cuidadosamente seleccionados en las fértiles tierras de Cuba, donde el clima, la humedad y el suelo aportan características únicas que enriquecen el sabor y aroma del tabaco.
Además, los procesos de cultivo y cosecha que se llevan a cabo por expertos tabaqueros aseguran que cada hoja cultivada mantenga un nivel de excelencia, atrayendo a aficionados y conocedores del buen tabaco en cada rincón del planeta.
En tres o cuatro meses, en el periodo que va de noviembre a febrero, la planta de tabaco alcanza su altura máxima, pudiendo llegar a medir más de dos metros en condiciones óptimas.
Este crecimiento se debe a la combinación de factores climáticos, como la temperatura y la humedad, que favorecen la fotosíntesis y el desarrollo de la planta. Existen dos tipos de plantas del tabaco: corojo y criollo, cada una con características específicas que las hacen preferibles para diferentes usos en la industria del tabaco.
Tabaco corojo
El tabaco corojo, por ejemplo, se cultiva principalmente en la región de Pinar del Río en Cuba y es conocido por su robusto sabor y aroma, mientras que el criollo, también cultivado en diversas regiones, es apreciado por su suavidad y sutileza en el paladar.
De la primera, cultivada siempre tapada o en invernadero, se obtienen las hojas estéticamente más preciadas, las empleadas para la «capa» que reviste el exterior del cigarro, las cuales son fundamentalmente apreciadas por su textura suave y su color vibrante.
Estas hojas no solo son cruciales para el aspecto visual del cigarro, sino que también influyen en la experiencia del fumador al ofrecer una fumada más agradable y aromática.
La variedad corojo se divide, idealmente, en seis niveles, de arriba abajo: la «corona», que es la hoja más alta y fina, seguida por el «centro fino», que se caracteriza por su equilibrio perfecto entre sabor y aroma, el «centro ligero», que aporta un toque más suave, el «uno y medio», que ofrece una mayor intensidad, y finalmente el «libre de pie», que aunque es la hoja inferior, tiene su propio valor en términos de calidad y sabor, mostrando que cada parte de la planta tiene su función específica en la creación del cigarro ideal.
Tabaco criollo
De la plana del tabaco criollo, que crece generalmente en campos al aire libre y se caracteriza por su robustez y resistencia a plagas, se obtiene las otras cuatro variedades de hoja necesarias para la manufactura de un cigarro, lo que lo convierte en un elemento esencial para la producción artesanal.
Características del tabaco
Estas variedades, cada una con sus propias características de sabor y aroma, se cultivan en distintas regiones, donde el clima y el suelo aportan matices únicos al producto final. Además, la calidad de estas hojas influye de manera significativa en la experiencia del fumador, quienes buscan no solo un cigarro, sino también un viaje sensorial que resalte la riqueza y diversidad de la cultura tabacalera.
Niveles del tabaco
Siempre según una división ideal, las hojas de una planta de criollo se dividen en tres niveles, de arriba abajo: el ligero, el seco y el volado. Las hojas del ligero, que se encuentran en la parte superior de la planta, son las más expuestas a la luz solar y, por lo tanto, experimentan un proceso de fotosíntesis más eficiente.
Esto les permite acumular una mayor concentración de nutrientes, lo que favorece su maduración completa hacia el final de su ciclo de crecimiento. Estas hojas, por su exposición prolongada y recogida tardía, llegan a ser las más fuertes y robustas, capaces de soportar las inclemencias del tiempo y proporcionar una base sólida para la planta. Además, son las que aportan un sabor más complejo y robusto al producto final, siendo altamente valoradas en diversas aplicaciones.
En la parte más interna del cigarro (tripa) se utilizan las hojas de tres niveles previamente mezcladas entre sí, lo que permite una complejidad de sabores que se potencia durante el proceso de fermentación.
Estas hojas son cuidadosamente seleccionadas para garantizar la calidad del cigarro, ya que de ello depende la experiencia de quien lo fuma. También de la planta del criollo, y más concretamente de dos niveles inferiores, se obtienen las hojas para el capote, la envoltura de la tripa que va justo debajo de la capa.
Este capote no solo sostiene la mezcla de hojas de la tripa, sino que también contribuye significativamente al sabor y la textura, añadiendo un matiz que complementa la riqueza de las hojas utilizadas en el interior. Cada elemento en la construcción del cigarro juega un papel crucial, permitiendo que los conocedores aprecien la artesanía y el esfuerzo que se esconde detrás de cada pieza.
Tabaco de Centroamérica y el Caribe
El tabaco de Centroamérica y el Caribe se cultiva y es elaborado en áreas geográficas características por condiciones meteorológicas muy particulares y constantes a lo largo de todo el año, donde se registra una temperatura de más de 25 grados centígrados y un 65% de humedad relativa, día y noche.
Temperatura
Estas condiciones favorecen el crecimiento óptimo de las plantas de tabaco, permitiendo que desarrollen sabores y aromas únicos, lo que las convierte en una excelente materia prima para la producción de cigarros de alta calidad. Desde el momento de su fabricación hasta el de su venta a las tiendas especializadas, los cigarros se mantienen a una temperatura de entre 16 y 18 grados centígrados y una humedad relativa de entre un 65-70%.
Este cuidadoso proceso de almacenamiento es fundamental, ya que garantiza la preservación de las características organolépticas del producto final, asegurando que los aficionados a los cigarros puedan disfrutar de una experiencia de sabor inigualable, con cada bocanada reflejando la rica herencia cultural y el arte de la tabacalera de la región.
Una vez adquirido, el cigarro se debe conservar en las mismas condiciones para asegurar su frescura y calidad. Para ello, es absolutamente necesario recurrir a un humidor, que es el término internacional usado para definir tanto el humidificador como el contenedor de cigarros.
Este dispositivo es esencial para mantener un nivel óptimo de humedad, generalmente entre el 65% y el 75%, lo que evita que los cigarros se sequen o se deterioren. Su uso se ha ido extendiendo progresivamente, incluso en el caso del cigarro toscano, que, gracias a esta práctica, puede mantener sus características organolépticas originales, permitiendo a los aficionados disfrutar de cada bocanada con la mejor experiencia posible.
Además, los humidors vienen en diversas formas y tamaños, lo que los hace accesibles tanto para coleccionistas serios como para consumidores ocasionales.
Cómo servir los cigarros
Para darle un toque profesional, el sumiller debe saber guiar al cliente en su elección de un cigarro, teniendo en cuenta sus preferencias y gustos personales, así como la ocasión para la cual se desea disfrutar de dicho cigarro.
Además, es fundamental que el sumiller ofrezca los cigarros en las mejores condiciones posibles, asegurándose de que estén bien conservados y perfectamente humectados. Esto no solo garantiza una experiencia de sabor óptima, sino que también permite que el cliente aprecie plenamente las sutilezas y complejidades de cada cigarro.
La elección de la marca y el formato del cigarro es muy personal, reflejando los gustos individuales. Hay que permitir que el cliente escoja su preferido directamente del humidificador o de la carta de cigarros, asegurando que cada opción disponible esté bien curada y presentada, ya que esto puede influir en la decisión final.
Además, ofrecer una variedad amplia, que contemple diferentes orígenes, sabores y formatos, hará que la experiencia sea aún más satisfactoria y única para el fumador, convirtiendo el simple acto de elegir un cigarro en un deleite anticipado.
Una vez que se realizó la elección, la primera operación consiste en cortarle la punta, lo puede realizar el sumiller o directamente el cliente, y es esencial que se haga con un cortador de calidad para asegurar un corte limpio que permita una buena experiencia de fumado.
En cuanto al encendido, el que es amante de los cigarros suele preferir encargarse él mismo, ya que esto le permite controlar cada fase del proceso y asegurar que el cigarro se encienda de manera uniforme.
Si se prefiere que sea el sumiller quien lo encienda, se debe tener en cuenta que una vez cortada la punta hay que ir calentando el otro extremo con mucho cuidado. Se hace girar el cigarro entre los dedos, prestando atención para que la llama (vela o encendedor, cerilla de cedro…) se mantenga aproximadamente a un centímetro de distancia para no carbonizarlo, ya que una temperatura excesiva puede alterar los sabores y aromas delicados que el cigarro tiene para ofrecer. Es fundamental que cada paso se realice con paciencia y dedicación.
Para lograr una combustión uniforme es preferible soplar ligeramente sobre la brasa: en cuanto se forma una de un milímetro de grosor, se entrega el cigarro al cliente. Este proceso es esencial, ya que una brasa bien cuidada garantiza que el sabor y la calidad del cigarro se mantengan constantes a lo largo de toda la experiencia.
A medida que el cigarro se consume, los matices del tabaco se desarrollan y se intensifican, brindando al fumador una experiencia única y placentera. Por lo tanto, no solo se trata de la apariencia de la brasa, sino también de cómo se presta atención a los detalles en cada paso de la preparación y el servicio. Los restaurantes y hoteles de lujo han habilitado espacios para los cigarros y destilados.

Tipos de cigarros
Los cigarros que se encuentran a la venta se clasifican y distinguen principalmente en función de su lugar de procedencia: Cuba, República Dominicana, Honduras, Jamaica, Brasil, Canarias, etcétera. Cada región aporta características únicas, como el tipo de tierra, el clima y las técnicas de cultivo utilizadas, lo que influye en el sabor y la calidad del cigarro. Por ejemplo, los cigarros cubanos son conocidos por su rica tradición y complejidad de sabores, mientras que los dominicanos suelen ofrecer un balance perfecto entre suavidad y fortaleza. Además, las técnicas de fermentación y envejecimiento juegan un papel crucial en el desarrollo del perfil aromático de cada cigarro, lo que permite a los aficionados disfrutar de una amplia variedad de experiencias en cada calada.
Los considerados mejores son los procedentes de Cuba, que se comercializan con el nombre de Habanos o Havana. Estos cigarros son ampliamente reconocidos por su calidad superior, que se debe a la combinación de un clima ideal, suelos ricos y una tradición artesanal que se ha transmitido de generación en generación. Entre las más prestigiosas marcas cubanas destacan Montecristo, Romeo y Julieta, Partagás, Punch, Cohiba y Trinidad, cada una ofreciendo una variedad de sabores y estilos que cautivan tanto a expertos como a novatos en el mundo del tabaco. Los amantes de los cigarros valoran no solo el proceso de producción, sino también la experiencia de fumar un buen habano. Los famosos cigarros Davidoff son producidos actualmente en Santo Domingo, donde los expertos en tabacos han logrado crear productos que, aunque no son cubanos, reflejan un excelente estándar de calidad y sabor, ganándose el respeto y la preferencia de los entusiastas a nivel mundial.
Normalmente, los cigarros se mantienen en condiciones adecuadas entre 15 y 20 años e incluso, como ciertos vinos, mejoran con el tiempo, desarrollando sabores y matices que no eran evidentes en su juventud. Para un envejecimiento correcto, lo más importante es guardarlos en un lugar húmedo o en un humidificador (con una humedad de entre 65% y 75%), con lo que preservarán suavidad y aromas, permitiendo que los aceites naturales se asienten y se integren de manera óptima. Además, es recomendable mantener una temperatura constante, alejándolos de fuentes de luz directa y variaciones de calor, lo cual puede dañar su calidad. A través de este proceso de envejecimiento cuidadoso, los aficionados pueden experimentar una transformación en el perfil de sabor de los cigarros, disfrutando de una experiencia más rica y compleja en cada calada.

Para concluir
Los cigarros son sin duda un elemento indispensable dentro del mundo del sumiller y sobre todo para finalizar un gran plato, para los amantes de los cigarros siempre es importante conocer del tema para lograr disfrutar un buen tabaco.
