Larga vida
Dice el refrán «Con pan y vino se anda el camino». Un vino que el antiguo Egipto reservó a los sacerdotes y al faraón, creando una tradición donde esta bebida no solo era un elemento esencial en las ceremonias religiosas, sino también un símbolo de estatus y poder.
A partir de la Roma clásica, el vino formó parte, junto con el pan y el aceite, de la alimentación mediterránea más básica, siendo un componente vital en la dieta diaria de las clases sociales, desde los campesinos hasta los emperadores. En la Edad Media, el vino constituyó para monjes, reyes y súbditos una fuente de alimento, de salud y placer; los monjes, en particular, lo producían en los monasterios, perfeccionando su elaboración y contribuyendo a su prestigio.
A lo largo de los siglos, el vino ha sido celebrado en distintas culturas, utilizado en festividades, rituales y momentos de alegría, convirtiéndose en un símbolo de unión y celebración. Sin embargo, la forma en que lo consumimos ha cambiado con el tiempo, ya que ha pasado de acompañarnos en todas las comidas a hacer presencia de manera ocasional, lo que nos lleva a reflexionar sobre la importancia de disfrutar de esta bebida con moderación y apreciación, reconociendo los beneficios, en definitiva, que el vino aún nos aporta, aunque en menor proporción.

La bebida más saludable
Absolutamente en todas las culturas que han disfrutado del vino han conocido y reconocido que esta deliciosa bebida posee algunas propiedades salutíferas, sin llegar a ser curativas. Se engañaría quien viese en el vino una bebida para curar enfermedades o desarreglos de nuestro organismo puesto que, a pesar de sus múltiples efectos beneficiosos, no puede considerarse medicinal.
Sin embargo, es interesante notar que diversas civilizaciones, desde los antiguos egipcios hasta los romanos, han explorado y documentado el uso del vino no solo como un placer gastronómico, sino también como un complemento a la salud. Pero sí, que ha habido épocas en las que el vino se ha utilizado como medicina por sí mismo o más frecuentemente como líquido sobre el que incorporar las medicinas propiamente dichas.
En farmacias de más de 80 años de antigüedad aún se encuentran etiquetas de papel pegadas a los frascos de medicinas con la inscripción «Vino Medicinal», lo que refleja la estrecha relación entre este elixir y la medicina tradicional. Además, la consideración del vino como un vehículo para facilitar la ingestión de otros medicamentos resalta su versatilidad y el respeto que se le ha otorgado a lo largo de la historia, consolidando su papel en rituales y prácticas de curación que han perdurado hasta nuestros días.
Confucio, en la lejana China del siglo V a. C., se mostraba partidario del consumo del vino siempre que fuera en cantidades razonables, considerándolo un arte que podía complementar la gastronomía y fomentar la socialización entre amigos y familiares.
Por esa misma época, en la Grecia clásica, el vino era una bebida de uso corriente que se disfrutaba en diversas circunstancias, siempre al final de la comida, como un símbolo de celebración y unidad. Además, los médicos griegos lo usaban para tratar dolencias del cuerpo y del alma, destacando su importancia no solo como un placer sensorial, sino también como un remedio terapéutico.
A partir del siglo XVII, el vino se usó como aperitivo, una aplicación que, en forma de vino quinado, se mantuvo en España hasta la década de 1980 para abrir el apetito de los niños; esto se convirtió en un ritual familiar, y los mayores de 50 años recordarán los anuncios nostálgicos de Quinta San Clemente, que evocaban memorias de la infancia.
Por otro lado, un aperitivo tan conocido como el vermut no es más que vino macerado con hierbas y endulzado, destacándose no solo por su sabor único, sino también por su capacidad de unir a las personas en momentos de camaradería y diversión, mostrando, así como el vino ha evolucionado y adaptado su papel en la cultura a lo largo de los siglos.
Edad Media
En la Edad Media hizo también del vino un producto medicinal y a veces mortal, porque servía para introducir veneno en las copas de incómodos reyes y nobles, ya fuera solo o acompañado de hierbas, azúcar y especias.
Los monasterios europeos, en su labor monástica y de estudio, se convirtieron en centros de experimentación y producción de vinos y licores medicinales, algunas de cuyas fórmulas han llegado más o menos modificadas hasta nuestros días, siendo revisadas y reinterpretadas por expertos en fitoterapia y nutrición.
En este contexto, el vino no solo fue un acompañante de las comidas, sino también un elixir que se creía capaz de curar diversas dolencias. En el siglo XIX, Louis Pasteur, investigador pionero en microbiología, descubrió el secreto de la fermentación de los vinos y, en un momento de reflexión sobre sus beneficios, sentenció: «El vino es la más higiénica y saludable de las bebidas», lo que consolidó su estatus tanto en la mesa como en la medicina popular de la época, influyendo en la cultura del vino que perdura hasta hoy.
Propiedades del resveratrol
Un comunicado de la Fundación para la Investigación del Vino y la Nutrición (FIVIN), fechado en enero de 2013, informaba de que el vino tinto es un gran aliado de la lucha contra el cáncer, y que investigadores de la Universidad de Missouri (Estados Unidos) habían descubierto que el resveratrol, al interactuar con la radioterapia, tiene la capacidad de eliminar hasta un 97% de las células tumorales en casos de cáncer de próstata, un porcentaje mucho más alto que en el tratamiento del tumor exclusivamente con radiación.
Además, este hallazgo sugiere que el resveratrol podría ser un complemento eficaz en protocolos de tratamiento, potenciando los efectos positivos de la radioterapia y permitiendo una mejor recuperación para los pacientes. El mismo comunicado exponía que en la Universidad de Leicester (Reino Unido) se había comprobado que el resveratrol puede reducir a la mitad la tasa de tumores en el intestino, previniendo así la aparición del cáncer. Este descubrimiento es especialmente significativo, ya que el cáncer colorrectal es uno de los tipos más comunes y mortales, lo que resalta la importancia de la investigación en este campo.
Estudios posteriores han destacado la benéfica influencia del vino tinto en la prevención de distintos tipos de cáncer, como el del pulmón, evidenciando así la necesidad de continuar explorando los compuestos naturales presentes en el vino tinto y su potencial para ser utilizados en la medicina moderna. Asimismo, el consumo moderado de vino tinto, gracias a su antioxidante contenido, puede contribuir no solo a una mejor salud general, sino también a una mayor calidad de vida.
Algunos efectos benéficos del resveratrol son conocidos desde hace años, y los estudios que van concluyendo confirman esos efectos. Sus principales propiedades son:
- Disminución de la agregación plaquetaria, evitando así la formación de trombos.
- Disminución del riesgo de infarto cardiaco
- Una importante acción antiinflamatoria que permite reducir los edemas (acumulación patológica de agua en los tejidos corporales)
- Actividad antioxidante e inhibidora de los radicales libres (sustancias que producen la degeneración de las células), ralentizando los mecanismos de envejecimiento. Este efecto antioxidante es mucho mayor que el de las vitaminas C y E.
- Prevención de alteraciones genéticas en las células, evitando su conversión en células cancerosas.
- Actuación sobre el metabolismo de las grasas disminuyendo la formación del «colesterol malo» y reduciendo la aparición de la arteriosclerosis.
- Retraso o prevención de la aparición del Alzheimer.
- Relajación de los vasos sanguíneos.
- Tolerancia a la glucosa en los casos menos graves de diabetes.

Otras sustancias beneficiosas del vino
Si bien el resveratrol es el elemento con un mayor reconocimiento como el más beneficioso, sin duda el vino también contiene otras sustancias de interés para un buen funcionamiento del metabolismo y de la actividad psíquica. Algunas de estas sustancias son:
- Taninos y antocianos: sustancias del grupo de los polifenoles, que matan o inactivan un gran número de las bacterias causantes de enfermedades. Estos compuestos también tienen propiedades antioxidantes, lo que contribuye a la reducción del estrés oxidativo en el organismo. Si bien sobre los virus su poder neutralizante es menor, disminuyen considerablemente su capacidad de infectar las células sanas, lo que ayuda en la prevención de diversas enfermedades. Asimismo, favorecen la digestión de los alimentos con alto nivel de proteínas, como la carne, mejorando la absorción de nutrientes y promoviendo así una mejor salud intestinal en general.
- Procianidinas: es un tipo de tanino que inhibe la formación de histamina, que es la responsable de la inflamación en los procesos alérgicos, y que, por lo tanto, resulta beneficioso para las personas que padecen algún tipo de alergia. Además, contribuyen a la reducción de síntomas asociados a estas condiciones, proporcionando un alivio adicional. De igual manera, actúan sobre las grasas y el colesterol, lo que provoca una disminución de los efectos perjudiciales de estos productos en el cuerpo, ayudando a mantener un sistema cardiovascular más saludable y optimizando el metabolismo lipídico.
- Minerales: como el hierro, potasio, calcio o magnesio, y en menor proporción, cinc y cobre: los cuales ayudan al buen funcionamiento de nuestro organismo.
- Vitaminas: como todas las del grupo B, vitamina C y vitamina E los cuales tienen efectos antioxidantes y protectores de la pared de venas y arterias.

Otras consideraciones
A parte de las propiedades benéficas antes mencionadas, debemos considerar de igual manera que un consumo razonable de vino tinto disminuye los estados depresivos, favorece la sociabilidad, mejora el estado de ánimo y aumenta la capacidad de raciocinio y la memoria.
Estudios efectuados en residencias geriátricas francesas así lo demuestran, evidenciando que aquellos que disfrutan de una copa de vino tinto de forma moderada no solo experimentan un mayor bienestar emocional, sino que también exhiben una notable mejora en sus interacciones sociales.
Además, algunos estudios sugieren que los antioxidantes presentes en el vino tinto pueden jugar un papel crucial en la protección de las células cerebrales, lo que a su vez podría contribuir a reducir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas. Este aspecto se vuelve aún más relevante en una sociedad donde la longevidad es cada vez más común, y el cuidado de la salud mental se convierte en una prioridad esencial.
Sin embargo, no hay que olvidar que, junto con estas sustancias saludables, el vino contiene alcohol, un elemento que en pequeñas cantidades puede moderar la tensión arterial, pero que cuando se es consumido en exceso puede causar alteraciones graves e irreversibles del organismo. Por ello, es recomendable seguir unas pautas para que el consumo de vino sea realmente beneficioso:
1.- Beber siempre el vino durante las comidas o acompañándolo de algún alimento sólido.
2.- No consumir vino cuando se están tomando medicamentos.
3.- No superar los 40 cl de vino al día en el caso de los hombres, ni los 30 cl en el caso de las mujeres.
4.- Es preferible beber menos y mejor, que más y peor.
5.- No consumir vino si se tiene que conducir. La OMS (Organización Mundial de la Salud) considera mucho más adecuada una dieta con un aporte moderado de vino que una dieta totalmente exenta de vino, ya que el consumo responsable puede aportar ciertos beneficios para la salud, tales como la mejora de la circulación sanguínea y la reducción del riesgo de enfermedades cardíacas. Sin embargo, también advierte de los peligros de la falta de moderación, destacando que el exceso puede derivar en problemas de salud graves e incluso generar adicción. Todo debe tener un equilibrio para que sea realmente eficaz, enfatizando la importancia de disfrutar el vino como parte de una alimentación balanceada. Recientemente, la Unión Europea ha puesto en marcha la campaña «WINE in MODERATION» (El vino con moderación), a la que se han adherido las principales bodegas europeas y la mayoría de los estamentos (estrato de una sociedad) e instituciones relacionadas con el vino, con el objetivo de educar al consumidor sobre las pautas de consumo responsable y fomentar un estilo de vida saludable en el que el vino forme parte de momentos sociales y culturales, siempre con un enfoque equilibrado y consciente.

Nota: En el fondo, saber beber es una forma de saber vivir, ya que no solo se trata de disfrutar de una copa en compañía de amigos o en momentos de celebración, sino que implica también conocer el equilibrio y la moderación. Es un arte que va más allá del simple acto de ingerir alcohol; se relaciona con la capacidad de apreciar los sabores, las tradiciones y la cultura que cada bebida representa. Aprender a beber conscientemente puede conducirnos a momentos de mayor conexión social, reflexión personal y, en última instancia, una mejor calidad de vida.
Vinoterapia
La VINOTERAPIA, tal como la entendemos en la actualidad, nació en Graves (zona vinícola de Burdeos) a finales del siglo XX de la mano de Mathilde Cathiard y Bertrand Thomas, quienes años antes habían creado una gama de cosméticos basada en las propiedades antioxidantes de los hollejos y las pepitas de las uvas tintas.
Este innovador enfoque en la belleza natural, que combina el mundo del vino con el cuidado de la piel, capturó rápidamente la atención de aquellos interesados en terapias alternativas y en el bienestar holístico, llevando a una creciente popularidad de este tipo de tratamientos.
El siguiente y lógico paso fue construir un centro de tratamiento corporal y belleza donde aplicar sus productos en un ambiente vinícola, reposado y lujoso, promoviendo no solo el cuidado estético, sino también la relajación y la conexión con la naturaleza.

En España, el primer centro de vinoterapia se construyó en las Bodegas Castillo de Perelada, en Cataluña, zona vinícola peninsular donde la oferta de vinoterapia es mayor, seguida de La Rioja y las islas Baleares. Estos lugares se han convertido en destinos preferidos no solo por amantes del vino, sino también por aquellos que buscan una experiencia sensorial completa.
Aunque en la actualidad en cualquier zona vinícola del mundo podemos encontrar estos servicios, la vinoterapia sigue destacándose por su capacidad de ofrecer una experiencia única que fusiona la cultura del vino con el cuidado personal y el bienestar integral.
En qué consiste la vinoterapia
Si bien la vinoterapia es en esencia la terapia del vino, las ofertas de vinoterapia son una mezcla equilibrada de lujo, turismo, relax, gastronomía y tratamientos de belleza, envueltos con un sugerente manto de salud.
No vamos a encontrar en la vinoterapia, a pesar de su nombre, un tratamiento curativo de ningún tipo, pero a través de ella podemos cuidar la imagen corporal de una manera natural y no agresiva, al tiempo que disfrutamos de una experiencia sensorial única.
La vinoterapia suele emplearse para la eliminación de toxinas, mantener la suavidad de la piel y retrasar en lo posible su envejecimiento, aprovechando los poderosos antioxidantes presentes en el vino. Asimismo, con la ayuda de los masajes, se consigue una mejora de la circulación, se reafirma la musculatura y se reduce las arrugas faciales, lo que la convierte en un tratamiento muy recomendado para reducir la flacidez muscular, las varices y, sobre todo, el estrés acumulado en nuestra vida cotidiana.
En este sentido, la vinoterapia no solo nutre la piel, sino que también proporciona un momento de desconexión, permitiendo a los usuarios sumergirse en un ambiente de relajación profunda y bienestar integral. Además, el acompañamiento de productos derivados de la uva, como exfoliantes y envolturas, intensifica los beneficios, brindando luminosidad y vitalidad al rostro y al cuerpo, realzando la belleza natural de cada individuo.
En qué consisten las sesiones
La sesión de vinoterapia suele empezar con una exfoliación de piel, utilizando productos naturales que preparan la dermis para recibir los beneficios del vino. Luego, se sigue con un baño de vino tinto mezclado con agua termal caliente, en el que se pueden sentir los aromas afrutados que pentran el ambiente y relajan los sentidos, creando una experiencia sensorial única.
Esta fase culmina con un masaje efectuado con aceite de pepitas de uva, conocido por sus propiedades hidratantes y antioxidantes, que nutre la piel en profundidad y la deja suave y radiante. Durante la sesión, es frecuente ofrecer al usuario una copa de vino tinto, lo que no solo complementa la experiencia, sino que también aporta un toque de indulgencia y placer, haciendo que cada momento sea aún más especial y memorable.
Controversias
El vino contiene sustancias antioxidantes, especialmente el resveratrol, que captan los radicales libres causantes de la oxidación de las células y, consecuentemente, del envejecimiento. La mayor parte de esas sustancias se encuentran ya en la uva, por lo que en los últimos años se han ido comercializando distintas gamas de productos de belleza basadas en la uva y el vino.
En la actualidad se cuenta con una amplia oferta de leches limpiadoras y corporales, cremas hidratantes y nutritivas, sales y gel de baño, champús, aceites para masaje e incluso ambientadores, basados en derivados de la uva y el vino.
Sin embargo, estos productos, que prometen múltiples beneficios, están encontrando dentro de la comunidad científica algunos investigadores que dudan de sus supuestos efectos beneficiosos. Este es especialmente el caso de los productos que tienen un valor de pH igual o superior a 8,8, ya que a ese nivel de pH los efectos del resveratrol desaparecen por completo, lo que pone en entredicho su eficacia real.
Lo interesante es que, a pesar de estas dudas científicas, muchos de estos investigadores no se muestran disconformes con que el consumo moderado de vino pueda ser beneficioso para nuestra salud.
De hecho, se ha demostrado que el vino tinto, en particular, puede contribuir a la salud cardiovascular, mejorar la circulación y proporcionar una serie de beneficios para el bienestar general, lo que sugiere que, a pesar de las limitaciones en los productos cosméticos, el vino en su forma natural sigue siendo un aliado valioso en la promoción de la salud.
Conclusión
Sin duda es un tema donde se debe realzar muchos más estudios, donde se nos ofrezca una situación mucho más certera y una comprensión más profunda de sus implicaciones.
A medida que la investigación avanza, se están descubriendo aspectos que antes no se habían considerado, lo que ha generado un debate enriquecedor en la comunidad científica y entre los consumidores.
Sin embargo, también lo que se ha hecho hasta la fecha se habla mucho de sus beneficios, los cuales han sido documentados en múltiples fuentes y análisis que enfatizan su potencial. Es importante que se tome en cuenta que cada cosa que se desee realizar con cuestión de nuestra salud, debemos consultarlo con un profesional de ella para que sea algo donde tengamos una mayor veracidad; esto no solo asegura que se tomen decisiones informadas, sino que también se reduzcan los riesgos asociados a prácticas no respaldadas por la ciencia.
Pero podemos verlo como algo alternativo que, si se maneja con precaución y bajo la supervisión adecuada, puede complementarse eficazmente con tratamientos convencionales, ofreciendo una experiencia más holística y satisfactoria en el cuidado de nuestra salud.
